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Nuestro guía nos recogería a las 7 de la mañana en nuestro hotel para ir de Nairobi al Parque Nacional de Amboseli. ¡Qué emoción! ¡Comienza nuestro safari!
De Nairobi al Parque Nacional de Amboseli. ¡Comienza nuestro safari!
El despertador sonó a las 6 de la mañana. Teníamos el desayuno incluído en el hotel y queríamos reponer fuerzas antes de salir, ya que nos quedaba por delante un largo camino en coche.
Desayunamos fuerte, fuimos a por nuestras maletas a la habitación e hicimos el check out.
A las 7 estaba Alex, nuestro guía, puntual en la puerta del Best Western Plus Meridian, nuestro hotel en Nairobi. Bajó de la minivan y se dirigió a nosotros, no había nadie más esperando en la puerta así que estaba claro que éramos nosotros a quienes venía a buscar.

Nos saludamos y nos presentamos, cargamos las mochilas en la minivan y Alex nos dijo en un perfecto español: voy a marcar el territorio porque la primera parada no será hasta dentro de 2 horas, ¿no queréis marcar el territorio también?
Desde el primer momento nos cayó super bien, ¡tenía pinta de que el safari iba a ser divertido con él!
Mientras esperábamos que volviera del baño (o de marcar el territorio), nos dedicamos a cotillear la minivan. Nada de electrónica, nada automático, tenía una radio que servía para comunicarse otros guías durante el safari y la típica neverita azul de playa repleta de agua ¡la minivan no podía ser más auténtica!

Era de 7 plazas así que podíamos ir tan cómodos como quisiéramos, además los asientos eran reclinables, y como no había nadie a quien pudiéramos molestar, se podían poner casi en horizontal.

Pero estábamos tan emocionados, que Beni se sentó delante en el asiento del copiloto y yo justo detrás para poder hablar con Alex y conocernos un poco.
Salimos de Nairobi
Durante el viaje Alex nos contó que era de Kenia, de Nairobi, aunque habla un perfecto español. Pedimos el guía en español porque queríamos enterarnos bien de todas las explicaciones sobre el safari, los animales, su vida y su comportamiento.
También nos contó que estaba casado y que tenía dos hijos, un niño y una niña. No paraba de hablar de su familia, se notaba que los quería mucho y que los echaba mucho de menos. Los safaris le obligaban a estar varios días seguidos fuera de casa, pero nos comentó que en la época de lluvias y temporada baja, tiene la suerte de poder pasar mucho tiempo con ellos, así que compensaba.

Paisajes de Kenia
El viaje se hizo muy ameno, fuimos charlando mientras observábamos los paisajes de Kenia, muy diferente a todo lo que había visto hasta ahora en otros países.
Cerca de Nairobi todavía se veían edificios de algunas plantas de altura.


A medida que nos íbamos alejando de Nairobi, comenzamos a encontrar pueblos con casas de una sola planta, techos de chapa y calles sin asfaltar.
Todo era un caos. Pasamos por una especie de mercado enorme y la gente cruzaba la carretera mezclándose entre los coches. Algunos incluso ofrecían sus productos a los pasajeros de los coches, tuvimos que cerrar las ventanas porque literalmente se metían dentro del coche para que pudieras ver bien lo que intentaban venderte.





Parada en Bethel Global Art Gallery
Después de unas 2 horas y media de camino, hicimos la primera parada en Bethel Global Art Gallery. Había muchos más coches de safari haciendo parada allí.


Este lugar permite hacer una parada entre el largo camino que hay entre Nairobi y Amboseli. Puedes entrar al baño, comprar algo de comer o beber y comprar tus primeros souvenirs de Kenia.
Telas y cuadros con pinturas africanas, figuras de madera… ¡Todo era precioso! Pero también muy caro.


Descubrimos los precios de Kenia
Aquí me llevé el primer susto al descubrir los precios de Kenia, tenía en mente que era un país mucho más barato pero, al menos para los turistas, todo es bastante caro.
Pregunté el precio de una figura de madera para colgar las llaves. Al principio entendí que el hombre me había dicho 200 KSh, que vienen a ser menos de 2€, pero volví a preguntar para asegurarme. El hombre había dicho “dólares”, eran 200$. Así que dejé la figura en su sitio. ¡Qué barbaridad! Pensaba que Kenia era mucho más barato…
Es verdad que en Kenia se puede regatear, es más, el hombre intentó negociar conmigo un mejor precio, pero ni lo intenté viendo el precio de salida. Además era nuestro primer día y quería ver qué precios tenían en otros sitios. El lugar era una parada de coches de safaris con lo que estaba claramente preparado para turistas.
Fuimos al baño y volvimos al coche para continuar con nuestro viaje hacia Amboseli. El hombre al que le había preguntado el precio de la figura de madera me siguió hasta el coche, y siguió insistiendo en negociar un precio para la figura de madera. Después de varias negativas, finalmente me ofreció una moneda de 1€… yo no entendía nada.
Ahora me pedía que le cambiara esa moneda de 1€ por 100 KSh ya que a él no le servían de nada los euros. Como estaba un poco pesado accedí a cambiarle el dinero. Más adelante comprobamos que en todas partes hacían eso de intentar cambiarte euros por chelines. Aunque esa primera vez sí que lo hice porque me pilló de novata, las siguientes veces me negué, me creó un poco de desconfianza eso de ir cambiando dinero por la calle a gente desconocida.
Continuamos hacia Amboseli
Continuamos con nuestro viaje hacia Amboseli, esta vez me puse yo en el asiento del copiloto. El paisaje empezaba a cambiar, era más desértico y ya casi no encontrábamos pueblos.


Empezaron a aparecer señales de tráfico advirtiendo de que había que controlar la velocidad porque estábamos cruzando zonas con vida salvaje.

Y de pronto la carretera se acabó y continuamos por un camino de cabras. La minivan traqueteaba que parecía que se iba a caer a pedazos, pero no, sobrevivió, está preparada para eso y más.

Llegamos a nuestro alojamiento en Amboseli
Después de unas 5 horas de camino desde Nairobi, llegamos a Kibo Safari Camp, nuestro alojamiento en Amboseli del tipo tented camp.
Te cuento los tipos de alojamiento que puedes encontrar en un safari en el post |
Nos ofrecieron unas toallas húmedas para refrescarnos y lavarnos las manos y la cara y un zumo de naranja muy fresquito. Nos sentó super bien después de tantas horas de coche.
Fuimos a la recepción a registrarnos y quedamos con Alex después de comer para hacer nuestro primer safari. Eran las 12:30h así que teníamos unas horas para descansar.
Kibo Safari Camp
No podía parar de mirar a mi alrededor, el Kibo Safari Camp era realmente impresionante. Grandes estructuras de madera con un estilo super chulo, muy africano, y rodeado de vegetación por todas partes.








Tienes todos nuestros alojamientos de nuestro safari por Kenia en el post |
Nos dieron la llave de nuestra cabaña, una tienda de campaña que por dentro parecía una habitación de hotel, era muy bonita y bastante grande.
Dimos un paseo por los alrededores para ver la piscina y el resto de instalaciones.
La piscina estaba genial y totalmente vacía, al fondo había un mostrador donde podías pedir unas toallas y algo de beber. Estaba todo perfecto para darse un baño, pero no era el momento, ¡teníamos que comer para irnos de safari!


Fuimos al bar a tomar una cerveza y descansar un poco antes de comer. Era precioso, tanto la terraza como la parte interior. Nos relajamos un rato y nos tomamos nuestra primera cerveza del safari, disfrutando del entorno y de la tranquilidad de aquel lugar.



De allí nos fuimos al comedor, tenía una terraza exterior y otra zona interior donde se encontraba el buffet. Era bastante variado y estaba todo buenísimo.



Primer safari por el Parque Nacional de Amboseli
Y por fin llegó el momento más deseado del viaje, ¡el primer safari!. Nos fuimos a la puerta del hotel y allí estaba Alex esperándonos. Subimos a la minivan y nos dirigimos al Parque Nacional de Amboseli.
La entrada estaba llena de coches. Alex nos pidió los pasaportes y se fue a gestionar la entrada al parque. Mientras esperábamos, numerosos masais se nos acercaban para vendernos cosas a través de las ventanas del coche.


Tras una larga espera, por fin, nos adentramos en el Parque Nacional de Amboseli, famoso por las vistas que ofrece del monte Kilimanjaro, por sus manadas de elefantes y por sus remolinos de polvo.


Comenzamos a ver los primeros animales, cebras, avestruces… Aunque lo que más ilusión me hacía de Amboseli era ver los elefantes, yo ya estaba alucinando porque nunca había visto cebras o avestruces en vivo y en directo y mucho menos en libertad.



Primera manada de elefantes
Y de pronto, a lo lejos, apareció ante mis ojos lo que tanto tiempo llevaba soñando con ver y el motivo principal por el que estaba en Amboseli.
Una manada de elefantes se acercaba hacia nosotros. Todo era tan perfecto, la luz, el entorno, los elefantes acercándose con esos movimientos tan lentos y majestuosos… En mi cabeza sonó la banda sonora de Memorias de África, y no pude evitar llorar de la emoción.
¡Todavía me emociono al recordarlo!






El elefante africano
Hay algunas diferencias entre el elefante africano y el elefante asiático. Lo primero es el tamaño, el elefante africano es mucho más grande, también sus orejas son mucho más grandes que la de los elefantes asiáticos y tanto machos como hembras tienen enormes colmillos, a diferencia del elefante asiático, que solo tienen los machos.
El elefante africano de la sabana es el animal terrestre más grande del mundo, son enormes e impresionan mucho.

Los elefantes empezaron a comer de los árboles, con sus enormes trompas tiraban de las ramas hasta arrancarlas y luego se las llevaban a la boca. Era impresionante ver esas enormes bocas desde tan cerca.




De pronto comenzaron a cruzar el camino, justo enfrente de nuestra minivan. No podía parar de mirar a tan majestuoso animal… nos quedamos un largo rato observándolos.











¡Me habría quedado allí eternamente observándolos! Pero acabábamos de cruzar las puertas de Amboseli y aún quedaba mucho por ver, así que decidimos continuar.
Continuamos recorriendo Amboseli
Una enorme nube tapaba el monte Kilimanjaro. Esto es muy frecuente y mucha gente incluso no consigue verlo despejado. Yo tenía la esperanza de que esas nubes desaparecieran….

Continuamos adentrándonos en Amboseli y empezaron a aparecer jirafas, gacelas, ñus, cebras, búfalos… La imagen era espectacular. Todos los animales mezclados, campando a sus anchas, en mitad de la sabana.
Verlos correr en libertad era una maravilla, es una sensación increíble que nunca antes había sentido y difícil de explicar con palabras.










El Kilimanjaro tapado por las nubes
El Kilimanjaro continuaba tapado por las nubes… Pero aún quedaban unas horas antes de que atardeciera y abandonáramos el parque, yo no perdía la esperanza de verlo despejado.

En general Amboseli es un parque con un paisaje muy seco, pero a medida que íbamos avanzando empezaron a aparecer algunas lagunas y a sus alrededores había paisajes mucho más verdes.
A lo lejos vimos unas construcciones que parecían casas, preguntamos a Alex y nos dijo que era un antiguo hotel abandonado. Una pena que aquello se haya quedado allí estropeando todo el paisaje.

De pronto, Alex detuvo la minivan.
- ¿Qué pasa?
- ¡Allí! ¡dos leonas!
Qué vista tenía, yo no veía nada… pero en cuestión de segundos, dos leonas aparecieron entre la vegetación. Y de fondo el monte Kilimanjaro, cada vez más despejado, parecía que íbamos a tener suerte con esa nube.





Las leonas volvieron a meterse entre la vegetación y desaparecieron, así que no conseguimos verlas muy de cerca, pero aún quedaban muchos días de safari.
Tenemos suerte… el Kilimanjaro despejado
Continuamos recorriendo Amboseli, el monte Kilimanjaro estaba ya totalmente despejado. Ver a todos aquellos animales con esa postal de fondo era un sueño.









Un sueño hecho realidad

Si me emocioné cuando vi los elefantes por primera vez, ver las manadas de elefantes con el Kilimanjaro de fondo era un sueño hecho realidad. Parecía una postal… pero no, la imagen era real.


Empezamos a ver más manadas de elefantes, esta vez con bebés.
Me quería morir, no hay nada que me emocione más que ver un bebé de cualquier tipo de animal. Estaban mojados y llenos se barro porque estaban jugando y bañándose en una laguna cercana.



Los bebés no se separaban de sus mamás en ningún momento. Que emocionante poder ver una escena tan bonita con mis propios ojos… Allí estuvimos un largo rato, observándolos.



El sol comenzaba a esconderse, eso significaba que llegaba la hora de volver al alojamiento, así que aprovechamos para disfrutar un poco más de las vistas del Kilimanjaro totalmente despejado.
Yo no quería parar de mirar, era como si mirando muy fuerte todas esas imágenes, las manadas de elefantes, el Kilimanjaro de fondo… fueran a quedar grabadas en mi retina para siempre.


Atardecer en Amboseli
Disfrutamos de la puesta de sol y abandonamos Amboseli llenos de emoción. Y lo mejor de todo, teníamos el día siguiente completo para continuar recorriendo aquel paraíso natural.



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