Un día en Ubud – Qué ver y dónde comer

Nuestro segundo día en Bali lo dedicamos a conocer Ubud, una pequeña localidad en el centro de Bali llena de vida y de gran interés artístico y cultural.

Nos levantamos y nos fuimos a relajarnos un poco al jardín de Nang Ade House, nuestro alojamiento en Ubud. Este alojamiento no tiene un restaurante o zona dedicada para el desayuno. Te sientas en el jardín y entonces alguien se acerca a preguntarte qué quieres desayunar.

Nos sirvieron un desayuno super completo: tostadas, mantequilla, huevos, café y fruta.

El dueño de nuestro alojamiento era un encanto, cada día nos preguntaba qué planes teníamos y nos daba algunos consejos y recomendaciones.

Mientras estábamos desayunando se acercó a hablar con nosotros, nos dijo había una ceremonia de cremación en Ubud y que no nos lo podíamos perder porque es algo que ocurre cada 4-5 años. Él ya iba vestido con la ropa típica balinesa para la ceremonia de cremación.

Fue una gran casualidad que justo el día que decidimos quedarnos en Ubud hubiera una ceremonia de cremación. ¡No podíamos perdérnoslo!

Salimos a la calle y nos encontramos con el desfile. Había muchísima gente. El desfile finalizaba en el Monkey Forest y allí tendría lugar la ceremonia de cremación. Como teníamos pensado visitar el Monkey Forest, decidimos irnos para allá, realizar la visita y esperar a que llegaran para presenciar la ceremonia.

El Monkey Forest está ubicado en Ubud. Realmente es un bosque, cuando entras te encuentras rodeado de naturaleza, ríos, árboles, lianas, y sobre todo, muchos monos.

  Normas del Monkey Forest

En la entrada hay un cartel con indicaciones sobre como comportarse con los monos ya que, aunque puedan parecer inofensivos, nunca se sabe cómo pueden reaccionar:

1. No mirar a los monos directamente a los ojos ya que ellos lo pueden interpretar como una amenaza.
2. No llevar bolsas de plástico ni de papel, para mantener el bosque limpio y evitar que los monos las roben y jueguen con ellas.
3. No tocar, agarrar o molestar a los monos, especialmente a los bebés. Ellos pueden tocarte pero por favor unca los toques tú a ellos ya que su reacción es impredecible. Los monos bebés pueden parecer inofensivos pero sus madres intentarás defenderlos.
4. Está prohibido dar de comer a los monos cacahuetes, galletas, caramelos, pan o cualquier otro tipo de snack para humanos, tampoco se les puede dar de beber. Es por la salud de los monos.

Además está prohibido fumar en todo el recinto.

Bueno… pues en el tiempo que estuvimos allí, puedo decir que vi a gente incumpliendo todas las normas, y eso que solo son 4… La gente tocaba a los monos, les daban de comer, e incluso vi una persona dandole un cigarro a un mono. El mono lo cogió y se lo llevó, no estaba encendido pero no creo que comérselo le haga nada bueno al animal.

No entiendo por qué a la gente le cuesta tanto cumplir las normas. A mi parecer, no sería necesario ni un cartel, es de sentido común comportarse con respeto hacia los animales y la naturaleza. Pero es que, ni con un cartel, la mayoría de la gente es capaz de respetarlo.

  Primer acercamiento con los monos

El Monkey Forest es un lugar precioso, y como no, ¡está plagado de monos! Es muy divertido verlos correr y jugar, colgarse de los árboles y las lianas, y sobre todo ver a los monos bebé. Son tan adorables.

A mi la verdad es que me daba un poco de miedo acercarme mucho, así que siempre trataba de mantener las distancias. Lo más cerca que estuve de un mono fue el momento que podéis ver la foto. El mono se me iba acercando poco a poco, y finalmente tuve que irme corriendo de allí porque casi se me echa encima.

Nos pasamos casi toda la mañana en el Monkey Forest, caminando por sus pasadizos de madera, cruzando puentes de piedra, rodeados de árboles milenarios y lianas que colgaban de ellos como si fueran cortinas gigantescas.

Ya casi llegando a la salida del Monkey Forest, nos encontramos el desfile de la ceremonia de cremación y nos quedamos para verla.

Entramos a comer en Warung Siam. En los warungs es donde encuentras la mejor comida y al mejor precio, aunque en este caso, tratándose de un lugar tan turístico como Ubud, no fue especialmente barato.

Eso sí, la comida estaba espectacular, me comí el mejor pad thai que he probado en mi vida. El único problema fue que pedimos un arroz que estaba tan picante, que no había quién se lo comiera.

Un consejo a la hora de pedir comida en Indonesia, pregunta siempre por el nivel de picante o, sino te gusta el picante, pregunta si lleva, porque te puedes llevar una sorpresa.

Yo tolero el picante un poco, pero aquello era demasiado. A Beni le encanta, y aún así, no fue capaz de comerse todo el arroz, se puso rojo como un tomate y tuvo que parar. Por lo demás la comida exquisita.

Pedimos 2 cervezas mientras esperábamos la comida, y para comer 3 platos para compartir y una botella de agua. Nos costó 328.000 IDR, unos 19€.

   Cambiamos de alojamiento, Kishi – Kishi Villas

Esa noche cambiábamos de alojamiento, nos habíamos pillado una villa a las afueras de Ubud para desconectar y relajarnos un poco. Así que fuimos a por nuestras cosas para llevarlas al nuevo alojamiento.

Kishi – Kishi Ubud Villas solo tenía 4 habitaciones con lo que era bastante tranquilo. No había prácticamente nadie y estaba rodeado de arrozales, el entorno era perfecto para relajarse.

Después de toda la tarde de relax, nos dimos una ducha y nos vestimos para ir a cenar. Habíamos estado tan a gusto y tan relajados que no nos apetecía volver al barullo de Ubud, así que cogimos la moto y nos fuimos a buscar algún sitio cercano.

   Cena en Warung d’Carik

A un lado de la carretera, en mitad de unos arrozales, encontramos un warung con muy buena pinta y que parecía muy auténtico. Se llamaba Warung d’Carik.

El sitio me encantó, era perfecto, no se oía nada, estábamos rodeados de naturaleza y en medio de la oscuridad se podían ver las luces de las luciérnagas. Cenar allí fue una maravilla. 

Si a eso le añadimos que la comida estaba buenísima, podemos decir que el lugar era perfecto. Pedimos una sopa y dos platos más para compartir. La sopa estaba buenísima, la comida de Indonesia es de las más buenas que he comido en mi vida. 

Después de una cena tan especial, volvimos al alojamiento. Hacía muy buena temperatura así que decidimos darnos un baño nocturno en la piscina. Eso sí que fue mágico, la piscina para nosotros solos, rodeados de arrozales, y con la única luz del brillo de las luciérnagas.